Ah,  la tarea de todas, preparan la cabaña, como malos exploradores dejamos para último lo que primero debe hacerse, seleccionar un lugar para la tienda y recoger leña, no había mucha elección en un arrecife,  yo escojo uno entre matas de uva caleta  pero entre las raíces y piedras es imposible. Eloy encuentra uno que según parece ya había sido usado antes, la tierra y las piedras están mejor allí, recogemos yerba para suavizar el terreno, está oscureciendo, primera casa de campaña que montamos en nuestra vida y por lo demás cuántas varillas, terminada la operación, no tenemos linterna, con la escasa luz que queda nos bañamos en el mar y comimos. Afortunadamente no teníamos que cocinar, prendimos una botella con querosén que encontramos gracias al desastre que dejan los campistas irresponsables o solo creen que otro lo necesitará. ¡No!,  la luna desaparecida, es tan grande la oscuridad que ni las manos nos vemos,  esto algo tensa, no me gusta que se vea más fuera que dentro, tratamos de dormir, quién puede, yo estaba “cagada”, pura paranoia. Afuera solo se ven los punticos lejanos de los pescadores que se asemejan a las estrellas.

1am. Sentimos ruido de  un carro, tratamos de no respirar siquiera, ruido de pisadas y burlas y gente diciendo malas palabras, miramos por un hoyito de la tienda, no se veía nada, seguían en su fanfarronada y casi al irse, sentimos que dicen “pero, mira, si hay una tienda ahí”, ya me cagué de miedo y Eloy, bueno, haciendo su papel. Nos llaman, el salé, estaba asustada, le piden nuestros carnets, eran guardias, él entra, los coge tratando de no estar nervioso, allí en ese fin del mundo quién te ayuda y con los cuentos de violaciones ya tenía bastante, los guardias vieron nuestras identificaciones y yo adentro con un cuchillo mata vaca como una loca, si sentía que sucedía algo extraño afuera, salía con eso yo no sé a qué, a saber, preguntaron qué hacíamos y desde cuando estábamos allí, se pusieron a hacer chistes y se relajó la tensión. Le dijeron a  Eloy que allí había una base militar y que debían hacer ronda todas las noches, que la gente se iban del país por esa zona, y alabaron nuestro campamento que estaba casi invisible, además de todos los palos que les puse por si alguien intentaba entrar por lo menos se caería, se fueron, sonido del carro que se aleja, estoy muy nerviosa para dormir, a lo lejos gritos y gemidos de perros, lo que faltaba y que no amanecía, se acercaba el sonido y sentimos pisadas de animales, olfateando la tienda y peleando,  miramos por la ventanita de la tienda eran dos perros que en la oscuridad parecían cujo el perro asesino y el sabueso de los Baskerville, la imaginación y la noche son muy locas, intentamos dormir.